Hemos hablado en notas anteriores sobre la motivación, la innovación y la creatividad. También escribimos sobre la importancia de un buen clima institucional que propicie el ambiente para llevarlas a cabo. Hoy vamos a hablar de la comunicación, que es la base de cada uno de estos tres puntos y que cuando es fluida y acertada se logran cosas increíbles.

Partimos de la premisa de que sin comunicación la actividad organizada no existe y en el caso de las instituciones educativas no es la excepción.

Según el diccionario de la Real Academia Española, comunicación es la acción de comunicar. Y comunicar significa “descubrirmanifestar o hacer saber a alguien algo”.

Por ello, para empezar, siempre recomendamos identificar primero quiénes somos, cuál es nuestra misión y adónde queremos llegar como institución.

A partir de allí, es importantísimo identificar ante cada reunión o encuentro tres puntos claves:

  1. qué es lo que queremos decir o transmitir, es decir el mensaje;
  2. a quién, quiénes son nuestros destinatarios y,
  3. a través de qué medios vamos a llegar, el canal.

Los mensajes deben ser lo más claros posibles, claros y concisos.

Identificar nuestro público, es decir a quienes nos vamos a dirigir, nos ayuda a delimitar el cómo lo vamos a decir. Aquí aprovechamos a resaltar que importa tanto el qué se dice como la forma en que lo dices.

Asimismo, es fundamental aprender a escuchar. Escuchar tratando de comprender lo que me están diciendo, y no pensando en lo que voy a responder, es parte de esta comunicación efectiva que estamos buscando. Y aquí incorporaremos un concepto, que quizás estamos cansados de escuchar, que es la empatía. Escuchar tratando de entender y comprender lo que me dice el otro desde su lugar.

En definitiva, la comunicación nos hace existir, nos hace funcionar y crecer como institución. Directivos, docentes, padres y alumnos, cuánto mejor sea la comunicación, mejor serán los resultados para todos.

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