Muchas veces, los docentes enseñan un tema, lo evalúan, y luego continúan con el próximo tema. Pero esto no les permite utilizar la evaluación en su máximo potencial.

El momento de evaluación es ideal para que los alumnos se den cuenta de si deben volver a revisar temas que creyeron tener bien aprendidos. Sin embargo, si la evaluación se realiza solo al final de la unidad, capítulo o trimestre, esta instancia de aprendizaje no es aprovechada.

Para sacarle el máximo provecho a una evaluación, ésta debe darse durante todo el proceso de enseñanza-aprendizaje, ya que de esta manera sirve para ayudar a los alumnos a consolidar lo aprendido y al docente a afinar sus prácticas.

Es necesario brindar a los alumnos un feedback honesto, constructivo, específico, concreto y afectivo, lo que representa la clave para mejorar su desempeño.  Alentar a los alumnos a volver a intentarlo es mucho más importante que simplemente brindarles la respuesta correcta y quitarle la posibilidad de seguir mejorando. Asimismo, que los alumnos se autocorrijan mejora la retención de los conceptos centrales.

Otro tema fundamental cuando realizamos la retroalimentación es el factor tiempo. Hacer una devolución tres semanas después de haber tomado la evaluación nunca tendrá el mismo impacto que hacerlo más cerca de la fecha. Para mejorar el tiempo de devolución, se puede implementar corrección de pares o a través de herramientas digitales. Ver www.checkedu.com.ar.

Para finalizar es importante resaltar que para que todo esto suceda, debemos comenzar por entender los adultos cuál es el verdadero sentido de la evaluación, cuánto ayuda a evaluar los procesos de aprendizaje de los alumnos y a su vez cuánto nos ayuda también a evaluar los procesos de enseñanza.

BIBLIOGRAFÍA: LAURA LEWIN, ALFREDO VOTA. La educación transformada: claves para pensar la escuela del siglo XXI paso a paso. CABA – BSAS, 2019.